Ingeniería de las Emociones

Tal vez la felicidad consista en aprender a vivir en medio de las tormentas que arrecian en lo más profundo...

Tal vez los estados de ánimo son como esas horas que se alternan entre el sol, el frío, las nubes y la lluvia y sobre las que lo único que se puede hacer es preveer que ocurrirán...

Quizá nuestro reloj psicológico sea un fiel reflejo de cómo se mueve el mundo y nos haga conscientes en cada momento de nuestra nula capacidad de tener control sobre la emoción que pueda surgir ya mismo...

Y solo queda el profundo deseo de quizá aprender, como los buenos meteorólogos, a predecir estados de ánimo como precipitaciones y calores...

Tal vez algún día exista la ingeniería de las emociones y podamos ser capaces de predecir como nos sentiremos al instante siguiente para blindarnos contra toda posibilidad de vernos arrasados por los fenómenos naturales de las entrañas...
Entre tanto, solo nos queda mirar al cielo de nuestro difuso interior como quien se se sienta una tarde en el pasto a contemplar el ir y venir de las nubes, o como quien pasa del frío a la lluvia al calor en cuestión de horas y no se sorprende interrumpiendo sus encuentros y desencuentros...

Tal vez experimentemos por dentro un cambio climático paralelo al ambiental, y ante tanto estímulo de información, y ante tanta liquidez ideológica nos hemos vuelto sensibles al vaivén extremoso de las temperaturas internas, y entonces puede que la felicidad auténtica consista en aprender a mitigar sus inevitables efectos...

Comentarios